viernes, 13 de septiembre de 2013

Mi amigo alado

Tercer día de clase, empieza todo con un curso aburridísimo, ojalá pasara algo distinto y emocionante. Estábamos todos sentados bostezando cada vez que se daba la vuelta el profe y algunos atrevidos hasta se dormían sin importarle la  nota que les pusieran.

Cuando estaban apunto de explicar una aburrida teoría sobre la generación del 27, la del 36, la del 50 y unas cuantas más de las que no me enteré, entró Jose ante la perplejidad de todos, incluyendo la del profe. Además de haber faltado dos días al "cole" se tomaba la libertad de llegar el tercero tarde (30 minutos para ser exactos).

La cara del profe Pepe exigía respuestas, a no ser que fuera un caso muy grave no se admitía caridad.

-¿Qué ha pasado?

-¿Cuándo?

-¡¡¡¡En los dos días que has faltado so…!!!! Dijo el profe alterado.

-¿Qué días exactamente? Preguntó Jose ensimismado, (pues Jose falta mucho y casi siempre llegaba tarde).
-Ayer y antes de ayer, los dos primeros días de clase. Respondió el profe Pepe con una voz más calmada pero con una cara que no prometía nada bueno.  

Todos nos asustamos porque “don” Pepe no aguantaba 10 minutos hablar con alguien así, (que no se entere de lo mas sencillo, como una raíz cuadrada, y que no la comprenda); con Jose llevaba ya 15 minutos, ni te cuento. Por el contrario John, uno de los que dormía y que al despertarse se había enterado  de todo, se preparó para otro sueñecito, y es que  Jose siempre da la típica excusa de que estaba enfermo, se ha muerto un familiar, ha tenido que ir al médico o una de las excusas típicas de la lista de siempre. Pero esta vez fue diferente y todo comenzó con un:

-¡Ah! Si, ya me acuerdo; pues verás…

Estaba yo el día 8 (primer día de “cole”) en mi cama a eso de las 8 menos cuarto, y es que hasta las 8 no me levanto; cuando me desperté sobresaltado por el ruido de lo que parecía una avioneta y el crujir de ramas; me asomé a la ventana y vi una cosa que parecía un huevo frito gigante que estaba partiendo mi árbol preferido así que salté por la ventana para ayudar al que pilotara esa avioneta-huevo, para decirle un par de cosillas sobre su aterrizaje y para invitarle a entrar porque aunque me había fastidiado mucho que rompiese mi árbol, mi madre dice siempre que hay que ayudar a quien lo necesita y creo que solo, en la calle y con ese cacharro volador en el estado que estaba no iba a durar mucho. Así que ordené mis pensamientos y eché a andar hacia el jardín; crucé el pasillo, gire a la izquierda; las escaleras, que fui saltando de 3 en 3 contando muy bien para que no me faltasen o sobrasen escalones en ningún momento.

Quité todos los escombros y acurrucado en un hueco encontré a un niño de unos siete años muy normal a excepción de dos cosas, que no me entendía al hablarle, por lo que deduje que era extranjero; y que le sobresalían dos alas de mariposa un poco marchitas de la espalda, cosa que no entendí, pues en ese caso, para que quería el trasto volador.
Nos tiramos el día intentado comprendernos, y yo intentando enseñarle cosas de aquí y que no me siguiera por que en su intento de entender cosas me seguía a todos lados…

Por alguna razón se le veía mucho mas feliz cuando estaba en el jardín entre las flores.

A eso de las 2 encontré en su avioneta-huevo un cacharro con forma de walki-talki; lo cogí, hablé por el y mi voz sonó como los ruidos que hacía mi amigo alado, corriendo se lo di a este y cuando habló a través de el, sonó con voz humana. De ese modo le expliqué que no podía seguirme a todos lados y que tenía que ir a clase, pero para entonces ya eran las 2 y 10  y yo tardo media hora en ir al "cole" que termina a las 2 y media.

Así que no fui.

El día 9 (segundo día). Me desperté como siempre, dispuesto a ir al cole cuando recordé que mi amigo alado seguía conmigo e  instantes después me fijé en que no estaba. Salí a la calle precipitadamente con mi madre estupefacta; cuando me di cuenta estaba en medio de la calle y en pijama. (Cuando Jose llegó a este punto toda la clase se destornillaba de risa, hasta el profe y John estaban hartos porque en ese estado no se podía dormir).

-Pero seguimos con los sucesos- dijo Jose mientras yo sin poder aguantarlo me retorcía de la risa en el suelo.

Corrí a vestirme y volví para buscar de nuevo a mi amigo. Las horas pasaron, me perdí y cuando me giré me di cuenta de que había un bulto que no podía traspasar, después de intentarlo varias veces, el bulto tomó color y adoptó la forma de mi amigo, que me había estado siguiendo todo el rato. En ese momento me di cuenta de otra de las cualidades de este, la invisibilidad y tuve muy claro que o era de otro planeta o una especie aun no  descubierta de la Tierra; lo que era poco probable porque tenía tamaño humano y alas que alguna vez tendrían que usar y aunque pudiesen hacerse invisible no podían esconderse eternamente; y para rematar ese trasto (la avioneta-huevo que pilotaba, que más tarde me enteré que era un O.V.N.I u Objeto Volador No Identificado) volvimos a casa muy tarde porque un viejecito cuando le preguntamos por donde ir nos dijo la dirección contraria y tardamos una hora en enterarnos y otra hora en llegar a mi casa y llegamos a las 4.

Por último (dijo Jose con tono de terminar) esta mañana, mi amigo me llamó y me dijo que había conseguido contactar con su familia e iban a venir esta mañana a recogerle; por eso he llegado tarde, porque tenía que despedirle.

-¡Es increíble!  Dijo el profesor, que como daba Lengua estaba encantado con la historia.

-Pero… ¿estás seguro de que es verdad? Preguntó intrigado.

-Por supuesto profesor. Contestó Jose mientras le guiñaba el ojo a su mejor amigo y a toda la clase.

A todo esto la clase se había acabado y el profe Pepe hasta le puso a Jose un positivo por la historia (el profe Pepe está un poco chiflado, o muy cuerdo, nadie esta seguro; todos sabemos que es genial).

Días después Jose me contó que iba a escribir la historia, mientras me hablaba de los planes que tenía para ésta, un niño con alas fue apareciendo detrás suya y me guiñó el ojo, un papelito color azul cayó de sus manos, lo miré y cuando volví la vista nuestro extraterrestre se había marchado.

Cogí el papelito azul y mientras lo abría le dije  a Jose quién había estado hace unos momentos detrás suya. 

En el papel había escrito:

12 ños luses recha sul
DP; yamar yzrak = yzrak

Se lo leí a Jose, y después lo releí como unas 3 veces, al cabo de un rato los dos llegamos a la conclusión de que ponía algo así:

12 años luz a la derecha azul
P.D.: me llamo yzrak=yzrak (en su idioma)

Así que esta nota no podía ser otra cosa que indicaciones para llegar a su planeta, sin embargo no podíamos cruzar 12 años luz así como así.

Esa misma tarde aparecimos los dos en el cuarto de Jose que tenía un libro de cohetes, el espacio y los planetas, pensábamos mirar para ver si se podía llegar al planeta de yzrak y dónde se situaba exactamente; finalmente lo único que supimos era que 12 años luz eran muchos, muchos, muchos kilómetros.

Desanimados bajamos al jardín a ver si podíamos jugar a algo; en el camino me entretuve con la madre de Jose, una mujer delgada, morena y muy amable, que se había empeñado en que debía merendar algo. 
Minutos después de haber cedido y haberme tomado un bocadillo de chocolate (que estaba buenísimo) apareció Jose por la puerta con la cara de un niño con zapatos nuevos y como si fuese el día de Reyes me obligó a taparme con una venda los ojos para darme una sorpresa (entre la madre y el hijo, en esa casa hay muchas exigencias).

Al llegar al jardín me quitó la venda de un tirón. Abrí los ojos, parpadeé unas veces y me di cuenta de que estaba enfrente de la casa, me di la vuelta y…

…delante mía se hallaba eso que los científicos llaman OVNI, era el de yzrak pero ya no estaba roto por el golpe contra el árbol, sino que estaba nuevo, me quedé perplejo y empecé a mirarlo con curiosidad.
Me di cuenta de que cada vez era menos sólido,  como si se estuviese volviendo etéreo, hasta que llegó un punto en el que desapareció. Entonces caí, claro, si yzrak podía volverse invisible por qué no también su OVNI.

Jose y yo cruzamos una mirada muda y en cuanto volvió a aparecer subimos los dos a bordo, en un cartel nos esperaba una frase que decía:

“Ora os tca ha bosotroz bisitar mi blaneta”


Sonreí al ver sus faltas de ortografía de nuevo y mientras pensaba en comentárselo a Jose, las puertas se cerraron y el OVNI despegó, entonces supe que esto era ese algo emocionante que esperaba de este año.




                                                                                                                     Libros perdidos

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